lunes, 19 de septiembre de 2011

Heroin



Tanto tiempo sin escribir aquí creo que empieza a ser preocupante. Pero al final siempre se vuelve a lo de siempre, a las mismas costumbres. Se vuelve a escribir y se vuelve a sentir la angustia subiendo por la tráquea. ¿Es eso un nudo en la garganta? no lo sé. Lo que tengo claro es la hostia que me he llevado. Otra vez. Una encima de otra. Moratón encima de moratón. Hoy he leído por ahí que nos gustan los perdedores y nos encantan las historias sobre ellos. Ahí va una. He perdido, y de una manera terrible. De una manera tan aterradora que os pondría los pelos de punta. He perdido el rumbo y la dirección, he perdido la brújula, he perdido las estrellas y he perdido a una chica. O dos o treinta millones de ellas a lo largo de mi vida. Victorias de una noche. Derrotas de por vida. Adicciones de callejón.


Ayer también escuché a Hemingway decir en una película que cualquier historia es buena si la historia es veraz.Si la prosa es limpia y honesta, si se cuenta con la valentía de abrirla para otro ser humano, bajo presión. Bueno, os puedo asegurar que no hay historia más veraz. Pasa todos las noches en cualquier parte de la ciudad. Alguien es rechazado, otra persona se da cuenta de lo vacía que está su vida y otros ríen felices. Veraz, real. Las dos caras de una moneda que no para de girar dando vueltas esperando a que la cojas al vuelo y el azar te enseñe la cara o la cruz. Unos días sale la cara y olvidas todo lo malo y disfrutas y te sientes invulnerable e inmortal y tienes ganas de besar la boca de una chica de verdad, que vibre en armonía con el sonido de tu entrañas y con tus ondas cerebrales. Electricidad. Respiraciones aceleradas. Emociones encontradas. En cambio, otros días toca cruz y lo único que sientes es que has perdido la oportunidad de ser inmortal. De ser invulnerable. Que toca morir por dentro. Que has muerto por dentro y lo de fuera es un cascarón que te protege de las ráfagas de viento que se llevan poco a poco las hojas que han caído en tu otoño personal. Fin. Veraz, real. Una buena historia.